Buenos resultados de nuestros corredores en el campeonato de España OBM celebrado los días 21 y 22 de julio en Lloret de Mar (Gerona).
Estos son los resultados:
- José Ignacio Gracia Franco, CAMPEÓN DE ESPAÑA en larga distancia categoria H-Júnior. Y Subcampeón en distancia media categoría H-Júnior.
- Rubén Gracia Franco, 3º en media distancia categoría H-Júnior y 4º en larga distancia categoria H Júnior.
- José Gracia Espinosa, 3º en media distancia categoría H Veteranos B y 5º en larga distancia categoría H Veteranos B.
- Francisco Quiñonero Ruíz, 13º en media distancia categoría H Senior A y 12º en larga distancia categoría H Senior A.

Foto: G. Carrión
En un paisaje subdesértico -la cuenca de Abanilla-Fortuna
es la que menos precipitaciones registra en la Región, con menos de 300
litros por metro cuadrado anuales, a lo que se suma una capacidad de
evotranspiración de 1.000 litros por metro cuadrado-, sorprende al
paseante un pequeño vergel en la rambla de la Parra, a la que
curiosamente devolvió su caudal permanente una perforación realizada
hace más de tres lustros en la cantera de la Casa de la Parra, que
rompió el acuífero e hizo aflorar el curso subterráneo. Hoy tributario
del río Chícamo, los expertos recomiendan que se amplíe su LIC para
incluir el rico territorio de la rambla de la Parra. Lo cuenta Blas
Rubio, veterano profesor, ahora en el IES Julián Andúgar de Santomera, y
maestro vocacional que conoce las tierras aledañas a su municipio como
la palma de su mano y no ahorra esfuerzos por transmitir todos sus
valores a alumnos, conocidos e interesados.
Este oasis en medio del desierto se oculta a las curiosas
miradas de los conductores y pasa desapercibido, pese a estar pegado a
la carretera.
Una vez dejen el coche junto a la casa Cantarelgallo,
deben continuar por el camino de tierra que asciende, en dirección
Norte, hacia el nacimiento de la rambla de la Parra para seguirla en la
misma dirección en la que discurre el agua, desde donde confluye con la
rambla de la Artesica -que llega hasta Caprés-, junto al lecho. Ya el
espectáculo geológico que ofrece la zona es insólito; en apenas un
centenar de metros, se alternan en las laderas de la cárcava inicial los
yesos iridiscentes y las arcillas abigarradas de hace entre 180 y 200
millones de años con las margas, arcillas y yesos procedentes de lo que
fue el lecho marino, hace entre 40 y 60 millones de años, que conforman
un paisaje lunar huérfano de vegetación y sobre los que el agua dibuja
imposibles paisajes runiformes cuando va filtrándose: 'piping' o tubos
de órgano, minichimeneas de hadas..., y lomos de elefante. Precisamente
por la continua erosión a la que están sometidas estas tierras, se
recomienda a los visitantes que no caminen bajo las paredes para evitar
los posibles y continuos desprendimientos que se producen.
«Los barrancos de Abanilla son los únicos de la Región en
los que la erosión da lugar a estas curiosas formas», anticipa al
inicio de la ruta Rubio, refiriéndose a las raras minichimeneas de hadas
y, en especial, a los lomos de elefante, sobre los que concluirá al
atardecer el grato paseo.
Este recorrido circular de unos 8 kilómetros de longitud
le permite, casi al iniciar el curso de la rambla de la Parra, ver uno
de los hornos de yeso -a la izquierda- que se utilizaron antaño para
sacar partido al mineral de la zona.
El pino carrasco domina este primer tramo, en donde
todavía se puede ver algún 'pijolobo' en flor, la Arnica montana -usada
tradicionalmente como analgésico y antiinflamatorio- luce todavía sus
pétalos amarillos y las laderas van tornándose de color rosa por las
flores de mayo (una variedad de Limonium muy usada en floristería y que
hoy está protegida), además de tomillos, aneas, falsos espartos o
albardines, espartos, escobillas, hinojos y, cómo no, las esbeltas
palmeras, entre otras especies vegetales que crecen junto a bancales de
almendros, olivos y frutales abandonados y algún que otro campo de
cereales.
Durante el recorrido -con pequeños saltos incluidos- que
discurre pegado al agua, podrá ver en el barro las huellas de los
jabalíes, muy abundantes en la zona y que se alimentan de las turmas que
crecen en las raíces de las jarillas de la zona, también habitan este
árido espacio el gato montés, el tejón y la perdiz, además de distintas
especies de ranas y culebras de agua que, si pasea poniendo atención en
el curso de la rambla, verá sin problemas.
Deberá cruzar una y otra vez la rambla para realizar el
itinerario por el terreno más amable, pero no perderá de vista en ningún
momento su curso, aunque en algún tramo desaparece de la superficie de
la tierra para volver a aflorar unos cientos de metros más adelante. En
algún tramo, el terreno se hace pantanoso, es la zona de los
criptohumedales. La sal de las tierras emergidas sale a la superficie en
forma de cristales y también -solo en el primer tramo- podrá ver los
yesos cristalizados en punta de flecha o simulando barreras coralinas.
El terreno dará paso, tras la pequeña cascada, a los fondos marinos,
donde puede observar sin esforzarse mucho cientos de fósiles. Y, más
adelante, en uno de los pronunciados meandros que realiza la rambla,
unas paredes sirven de nido a la carraca, Ave del Año 2012, con su
exótico plumaje azul eléctrico, que llama poderosamente la atención, y
otras aves como el abejaruco.
El itinerario le guiará bajo el puente con el que la A-7
salva la rambla y, más adelante, bajo el que se construyó hace más de un
siglo para que la antigua carretera a Yecla superara el desnivel. Es en
ese donde podrá observar, en los sillares de arenisca que componen los
pilares, un enorme bivalvo fosilizado y un erizo de mar gigantesco que
algún desalmado ha tratado de arrancar sin lograrlo. Pronto cambia el
paisaje de forma drástica, el oasis da paso a los barrancos de Abanilla.
Los enormes lomos de elefante se alzan ante sus ojos agrietados y sin
rastro de vegetación. Hacia la derecha, tras cruzar por enésima vez la
rambla, un camino le conduce hacia la carretera y de regreso al punto de
inicio; sin embargo, les recomiendo que se suban al lomo de elefante
que se encuentran al frente, desde lo alto, después de disfrutar de los
colores del atardecer y la poética escena que brindan esas atalayas
'lunares' aparentemente desprovistas de vida, busquen en dirección Norte
la carretera de Mahoya -camino de Campules- para regresar por la vieja
carretera al Cantarelgallo y dar por finalizada esta maravillosa
excursión.